Si
una empresa vende 11 millones al año con un margen de 25% pensaremos que es
rentable. ¿Cómo podría quebrar? Solamente si no puede cobrar sus ventas. Nos
podemos pasar la vida pensando que nuestro negocio es rentable pero si no cobramos,
quebramos.
Hoy
hay muchos que terminan quebrados de felicidad. Todos queremos lograr felicidad
y para esto nos embarcamos en actividades que supuestamente, nos la darán en el
futuro. Nos pasamos la vida acumulando felicidad a crédito, pensando que a
futuro podremos cobrarla.
Por
ejemplo, cuando aceptamos un nuevo encargo laborar importante para nuestro
desarrollo y le dedicamos todas nuestras energías. Sacrificamos tiempo con la
familia, nuestro descanso y nuestros intereses. Acumulamos estrés y cansancio
con la esperanza de tener, en el futuro, una mejor posición que nos genere
mayor felicidad. Es decir generamos felicidad a crédito. Pero, ¿Cuándo la
cobramos? Desgraciadamente, el círculo vicioso nunca termina. Cuando trabajamos
más y nos va mejor en los negocios, abrimos más oportunidades profesionales que
nos dan más trabajo. Seguimos invirtiendo en la felicidad futura, esperanzados
en que algún día cobraremos la felicidad que, supuestamente hemos generado.
Pero
en este círculo perdemos la perspectiva. Es como si usted decidiera ir de paseo
familiar para relajarse y descansar. Pero, manejando en el camino, se encuentra
con otra persona al volante queriendo hacerle una carrera. Usted responde con
gusto y empieza a correr. De repente se encuentra compitiendo para ganar la
carrera. En este momento nadie esta relajado. Ni tiene paz. Todos están
estresados tratando de ganar.
El
objetivo inicial se perdió y todos fueron enganchados por la competencia.
Lo
mismo le ocurre al ejecutivo en la empresa. Su objetivo es buscar la felicidad
en la vida, pero la competencia lo engancha y termina reemplazando el objetivo
de ser feliz por el objetivo de ganar la carrera. Ganar significa ascender,
también perder, reconocimiento, logros y más dinero. Las metas en el trabajo
son importantes porque nos dan una dirección. El deseo de tener mayor holgura
material para darle un mejor nivel de vida a nuestra familia es un motivo
valido. El problema viene cuando convertimos a los medios en los fines de la
vida.
Pero
si no dedicamos tiempo a lo que realmente nos da una felicidad duradera,
perderemos valiosas ventanas de oportunidad.
Desgraciadamente,
la sonrisa de nuestros hijos no se congela en el tiempo. Ellos crecen y si no
pasamos tiempo con ellos, no recuperaremos esa experiencia. Si no invertimos
tiempo en nuestras relaciones de pareja y amistades estas se enfriaran y se
alejaran. Si no descansamos y ejercitamos nuestro cuerpo éste sufrirá y no
durara. Si no cultivamos nuestra espiritualidad, estaremos perdiendo un valioso
tiempo para vivir la felicidad día a día. Si solo estamos centrados en nosotros
y no ayudamos a los demás estaremos perdiendo la fuente de la felicidad.
Un
hombre pobre le pidió a rey de un pequeño campo para subsistir. El rey le
ofreció darle todos los campos que pudiera caminar en 48 horas. El hombre,
entusiasmado, empezó a correr para ganar más terrenos. En primer día camino a
un paso acelerado y paró solo a comer. El segundo día, corrió sin parar ni
siquiera para tomar agua. Quería la mayor cantidad de tierras. Cuando ya se
escondía el sol, empezó a correr más y más. Ya se le acababa el tiempo y corrió
más fuerte hasta que su corazón no pudo más y murió de un infarto.
Evitemos
caer en la trampa de la codicia, como el hombre de la historia. Aprendamos a vivir
una vida balanceada adquiriendo la felicidad al contado, mientras nos
enrumbamos con responsabilidad hacia nuestras metas en el trabajo.
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